La Psicología ha hecho su entrada en los medios de comunicación de la mano de diversos espacios sobre temas psicológicos y a través de artículos y programas especializados.
De forma simultánea a esta transmisión de temas
psicológicos se ha abierto la necesidad de utilizar técnicas de
comunicación basadas en el conocimiento de los mecanismos psíquicos
de quienes las reciben.
Aquí surgiría la pregunta de ¿a quién
o a qué intereses sirven estas técnicas?
Esta pregunta plantea varias cuestiones que se van complejizando;
y una primera lectura válida, para entender este fenómeno, sería
la sensibilización de la sociedad actual, que comienza a preguntarse
y a querer resolver temas hasta ahora ocultos o relegados, como son la depresión,
el fracaso escolar, las disfunciones de alimentación, problemas sexuales,
etc. Son temas que hablan por sí mismos de algunas características
de la sociedad en que vivimos.
Otra cuestión que se plantea es hasta qué punto
la puesta en práctica de las técnicas psicológicas en la
comunicación supone una utilización de lo más primitivo
de las personas, en aras de unos beneficios comerciales, sin tener en cuenta
otros aspectos más positivos.
Queremos resaltar, como hipótesis, que las nuevas técnicas
de comunicación, sobre todo las audiovisuales, pueden influir sobre la
organización psíquica de los individuos. Y podemos plantearnos
cuáles son las posibilidades del Psicólogo en esta problemática.
Para desarrollar todas estas cuestiones se nos hace necesario
distinguir por una parte la prensa escrita y radio y por otra la televisión.
Hay diferencias importantes en torno a cuál es el papel
que pueden jugar los lectores/oyentes y televidentes en los diferentes medios.
En la prensa escrita y radio queda abierta la posibilidad de
que el receptor tenga un comportamiento más activo frente a la pasividad
a que se ve sometido el televidente.
La actividad que puede desplegarse como receptor en la prensa
y radio viene potenciada por la posibilidad de interactuar, ya que existe el
espacio para que los lectores/oyentes puedan emitir respuestas a las oponiones
vertidas desde los medios. Se da un mayor desarrollo de las funciones verbales,
una mayor reflexión, se fundamentan más aquellas ideas que se
expresan, frente a la comunicación casi puramente perceptiva que se impone
en T.V. Del mismo modo, la radio y prensa escrita nos permiten un abanico más
amplio para elegir lo que cada uno desea recibir de los medios.
En la TV -que curiosamente presume de "interactiva"-
no se da tal posibilidad (si entendemos por "interactiva" la participación
de los televidentes). Todo aquello que se vierte a través de este medio
es incontestable. Sólamente a través de las otras vías
(radio y prensa escrita) es posible la contestación por parte de los
televidentes. Como ejemplo, cuando un político desea comunicar algo puntual,
sin posibilidad de réplica, utiliza indefectiblemente la TV.
Como vemos, es una dinámica totalmente distinta. Además
de la falta de reflexión, se fraccionan los espacios, impidiendo la continuidad
del pensamiento. No es posible la concentración ni la reflexión.
A esto hay que unir la "ludopatía" que supone en muchos
casos la utilización constante del "zapping", auténtico
síntoma del fraccionamiento de la actividad mental; el individuo se defiende
de la pasividad y del fraccionamiento, al que se le somete, fraccionando él
e interrumpiendo contenidos activamente, y creándose a la vez la ilusión
de control.
En cualquier caso, la TV es un reforzamiento de la pasividad
a través de la percepción visual, que paraliza otras funciones
de pensamiento, ayudado por el ritmo que impone el emisor. Está sujeto
a la imagen, unida a la premura del tiempo, que se encargan de delimitar ostentosamente
quienes dirigen los programas.
Es frecuente observar cómo se prima la imagen social
o comercial que tienen las personas encargadas de exponer opiniones sobre diferentes
temas, frente al grado de conocimiento que sería deseable que tuvieran.
Además observamos otra diferencia importante: La prensa
escrita y radio tienen como objetivo informar, formar y divertir (en este orden).
La TV, si nos atenemos a los programas durante las horas de máxima audiencia,
tiene como objetivo casi exclusivo el divertir. Ahora bien, ¿cómo?
Nos parece que merecen mención especial el fenómeno
televisivo de los REALITY SHOWS.
Tienen varias características que podrían explicar
su éxito:
Desde el punto de vista económico son programas que
se realizan con un bajo coste de producción. Unido a esto, exhiben una
peculiar combinación de gente de la calle con famosos, en quienes coinciden,
a veces, la falta de profesionalidad con la imprudencia, siendo los objetivos
de estos programas que la gente invitada destape pormenores de su vida privada
impúdicamente.
Y no sólo los contenidos, sino que las formas y las
técnicas de comunicación empleados en estos programas apuntan
a las satisfacciones más primitivas del ser humano, como son voyerismo,
exhibicionismo, sado-masoquismo, etc.; sobre todo, teniendo en cuenta la especial
disposición de las dos partes participantes en el "juego" -emisores
y receptores-, se establece una relación primordial de "voyerismo/exhibicionismo",
que se retroalimenta.
Prima lo perceptivo sobre lo intelectual, lo actuado sobre
lo pensado, la satisfacción directa sobre lo sublimado, el uso de un
lenguaje más burdo.
Dado que este funcionamiento es inmodificable, los psicólogos
deberíamos plantearnos seriamente la participación en este tipo
de programas.
Otro contenido que ocupa un tiempo importante en las emisiones
de T.V. es LA PUBLICIDAD.
En buena medida LA PUBLICIDAD nos invade con modelos culturales
foráneos que empobrecen nuestra idiosincrasia, afectando a la identidad
de las personas y de los pueblos.
En algunos casos LA PUBLICIDAD está dirigida a determinados
grupos sociales, recalcando ciertos tópicos, como método para
propiciar identificaciones, ignorando otras particularidades más creativas
y definitorias de cada individuo.
Muchas veces se lanzan mensajes en forma de pautas educativas
desviadas o nocivas para la buena organización psíquica, invitando
a la no diferenciación y a las identificaciones masivas.
Sabemos que los equipos publicitarios cuentan con asesoramiento
psicológico, que orientado a una eficacia comercial y de márketing,
tiene en cuenta las peculiaridades de los distintos sectores de la población,
atendiendo a los criterios de edad y sexo; y es una tarea que realizan con éxito.
Sería deseable que además hubiera un asesoramiento que tuviera
en cuenta la salud mental y su prevención (de todos es conocida la influencia
que ha ejercido el hecho de potenciar un determinado modelo de cuerpo en el
aumento de las anorexias).
Otro tema a destacar son los EXCESOS EN LA INFORMACION,
que, referidos a acontecimientos dramáticos puntuales animan a los niños
y adolescentes y a las personas con desequilibrios psíquicos a repetir
sus actuaciones o a imitar las "gestas" de otros, que se han visto
agrandadas por la insistencia desmesurada de los medios de comunicación.
Todos hemos oído hablar de la necesidad imperiosa del
exhibicionista por "mostrarse" ante la "sorprendida mirada de
los demás". El que ha cometido el delito, una vez descubierto, se
encuentra con la agradabilísima sorpresa de que al goce que le produjo
la comisión de su acto psicopático se suma otro goce mayor: el
poder exhibirlo con todo tipo de detalles morbosos.
Si estas personas se sienten fuertemente impulsadas a cometer
los actos aludidos -y así es-, al recibir el sobreestímulo de
la exhibición informativa, su impulsión a actuar lo que tanto
necesitan aumenta considerablemente; hasta el punto de que las estadísticas
cantan por sí solas: tras un delito sexual, excesivamente aireado y publicitado,
se cometen una cadena de actos con el mismo cariz. Que se produzcan de una forma
más o menos sangrienta, va a depender exclusivamente de la mayor o menor
gravedad del sujeto.
Salvando las distancias, el fenómeno de los suicidios
en cadena de adolescentes no es ajeno a esta teoría.
¿No sería deseable el asesoramiento de psicólogos
para un más acertado manejo de la información en los medios?
Los PROGRAMAS ESPECIALIZADOS (MÉDICO-PSICOLÓGICOS)
tienen la pretensión de ser científicos e informadores. ¡Qué
curioso!, que aun habiendo muchas personas "enganchadas" a este tipo
de divulgación televisiva, en nuestro trabajo clínico diario observamos
el efecto contrario de algunos de ellos.
La buena información es formación y, por tanto
contenedora de las inquietudes humanas, por aportar una mayor capacidad de pensamiento
organizado, que palía el descontrol de los afectos. Para contener sería
prudente utilizar más palabras y menos imágenes, sobre todo si
éstas son imágenes de "casquería" física
o psíquica. Ahondar públicamente en el hígado o en los
conflictos de un paciente no sólo le descontrola a él sino también
a muchos que lo están viendo y que soportan un proceso de identificación
con lo percibido en el otro.
Se argumentará: "El paciente que expone sus
entrañas en TV o que habla en público de sus angustias lo hace
voluntariamente". ¿Voluntariamente? Quienes somos profesionales de
la salud sabemos cuán limitada tienen su voluntad nuestros pacientes
cuando se trata de propuestas de su médico/psicólogo. Llamémoslo
transferencia, supuesto saber o confianza plena. Y si se trata de enfermos en
los que priman elementos narcisistas, ¿cómo se pueden sustraer a la exhibición
que les brindan las cámaras, aún a costa de agravar su sintomatología?
Centrándonos en los programas donde el psicólogo
interviene, ya sea como invitado, como director o como presentador sería
deseable que tuviera en cuenta los principios éticos de nuestra profesión.
Para ilustrar cualquier caso clínico se puede recurrir al cine, a la
literatura, al role playing, etc.
Se dice que los medios de comunicación son reflejo de
la demanda de la sociedad. Pues bien, si tuviéramos que radiografiar
a nuestra sociedad a través de la transparencia de los medios, especialmente
de T.V., se pondría en evidencia una carencia de ideales, tomándose
las Leyes sociales únicamente en el aspecto represivo, sin el aporte
de valores humanos o de convivencia por la falta de propuestas creativas, solidarias,
etc. Curiosamente se da un exceso de lo impulsivo que se caracteriza por la
tendencia a la descarga, falta de elaboración psíquica de las
emociones y falta de posibilidades de reflexión, siendo su sello particular
la desmesura.
Dejando abierto el punto de si son "los medios"
los que influyen en la sociedad o la sociedad la que demanda determinadas formas
y contenidos de "los medios", podemos contrastar con estas
ideas que hemos esbozado los resultados de un estudio epidemiológico,
realizado en Francia en los últimos años, que habla de un aumento
de la patología caracterial y en el cual, curiosamente, el psiquismo
de los sujetos estudiados refleja predominio de lo perceptivo y de lo impulsivo
sobre el pensamiento y la reflexión.Y se destaca un tipo de pensamiento
basado en lo concreto y sin mayor elaboración psíquica y una tendencia
a la descarga descontrolada de las emociones o a una ausencia de éstas,
entre otras características.
Cristina Rolla
Diana Sastre
Alicia Delgado
Diana Goldzac
Antonio Carlos Martín
Diana Sastre
Alicia Delgado
Diana Goldzac
Antonio Carlos Martín
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