En el último par de semanas, la estrategia de El Comercio ha sido centrar la presión sobre el presidente Humala y su presunta inclinación antidemocrática y contra la prensa independiente.
A la vez, critica (o descalifica) a los periodistas opuestos a la compra de Epensa por El Comercio recordando el pasado velasquista de algunos de ellos.
En su columna del 11 de enero reciente, (“Era cuestión de tiempo”), Martha Meier, la ‘Editora Central de Fin de Semana y Suplementos’ (sic) de El Comercio, sostiene que en la campaña contra EC, “se suman las voces de quienes gestaron sus fortunas con cargos durante la corrupta dictadura militar de Velasco, así como las de periodistas interventores de los medios, esos sí “secuestrados” por la dictadura militar en 1974”.
Luego de recordar una frase de Manuel González Prada, escrita hace 107 años, en 1906 (“Entre socialistas y libertarios pueden ocurrir marchas convergentes o acciones en común para un objetivo inmediato”), Meier concluye que eso explica “que periodistas difusores del liberalismo como doctrina se alíen con viejos periodistas velasquistas y medios quebrados para abrir la puerta a la intervención del gobierno en la prensa”.
Dejé de lado la confusión entre ‘libertario’ (anarquista) y ‘liberal’ para concentrarme en lo más interesante: ¿a qué ‘periodistas velasquistas’, ‘interventores de medios’, se refería Meier?
Revisé algunas columnas de Juan Paredes Castro, el editor central de Política de ese diario, para ver si era más claro, pero apenas encontré ataques reiterados a Humala a quien Paredes imputa veleidades estatistas y autoritarias desde una perspectiva que se supone democrática.
“Humala, si no puede ser, debe parecer un demócrata” escribió, por ejemplo, Paredes Castro en su columna del 26 de diciembre pasado, y continuó: “Por incómodo que se halle en el sistema democrático, Humala debería respetarlo y esforzarse por mejorarlo. O dejar que en su lugar lo hagan los demás. Por imperfecto que sea, es el mejor sistema que hemos elegido”.
Eso no me ayudó a identificar a los “viejos periodistas velasquistas” que Martha Meier señala como opositores a la compra de Epensa por El Comercio.
A primera vista, los ‘viejos periodistas velasquistas” están en todas partes. Algunos en ‘La República’, es verdad, algún otro en el partido aprista, y otros en universidades. Un número mayor, sin embargo, está en los medios cercanos o afines a ‘El Comercio’. Unos están canosos, otros se pintan el pelo, algunos no tienen nada que pintar, pero ahí están. Antes se inclinaban a la izquierda, luego al centro, al final a la derecha… viven y sobreviven, pero en casi ningún caso encontré que se pudiera aplicar a ellos la corrosiva insinuación de Meier.
¿Qué ‘viejos periodistas velasquistas’ escribieron en el pasado a favor de la intervención del gobierno, sobre todo el velasquista, en la prensa?
La hemeroteca arrojó, como siempre, resultados interesantes.
Un ‘viejo periodista’ de furibunda juventud velasquista resultó ser el propio Juan Paredes Castro.
En 1975, Paredes Castro trabajaba en Ojo, intervenido por el gobierno militar. Y era de los velasquistas más radicales. El 3 de julio de ese año, por ejemplo, en su columna ‘Barómetro’, Paredes Castro escribió un artículo titulado “Prensa y revolución”, en el que proclamaba “que el Gobierno haya asumido la responsabilidad de velar por el buen destino de los periódicos hasta el momento de su traspaso a la sociedad, es perfectamente justo y necesario”.
En el mismo artículo, Paredes Castro informa que: “el propio Presidente Velasco señaló hace poco que en los diarios habían (sic) infiltrados”. Ello lo lleva a concluir que, “considero justa la disposición de suspender por noventa días la estabilidad laboral para los que ingresaron a los diarios a partir del 27 de julio del año pasado, si es que en ese período va a garantizarse la separación de los “infiltrados” (…). La Revolución, siempre lo he dicho, tiene el deber y el derecho de defenderse”.
En otra columna – “De Cara a la Nación”–, del 7 de agosto de 1975, Paredes Castro defendió la deportación de periodistas y la clausura de la revista ‘Marka’. “La deportación (…) no debe llamar a sorpresa al país y menos a quienes militamos en la Revolución (…) no faltarán quienes digan: “Se está atropellando la libertad de expresión que dice respetar el Gobierno”. Bien. El Gobierno ha dado pruebas suficientes hasta hoy de su interés por garantizar esa libertad, ese derecho. De otro modo no estaríamos asistiendo a un proceso de socialización de la prensa que precisamente tiene entre sus principales finalidades la de lograr una verdadera libertad de expresión en el Perú”.
Para conseguir ese fin, Paredes Castro puntualizó que “no necesitamos una prensa que esconda las tenebrosas manos de una organización contrarrevolucionaria. Tampoco queremos que bajo el disfraz de periodistas se escondan agentes del imperialismo norteamericano y del comunismo internacional (…) La Revolución avanza por su propio camino (…) Que nadie, pues, venga a buscarle tres pies al gato”.
¿A esos ‘viejos periodistas velasquistas’ se refería Martha Meier? Pues ya sabe por lo menos que casi no tiene que caminar para encontrar a uno de ellos.
Creo que una conversación sobre libertad de prensa entre el ‘viejo periodista velasquista’ y la sin duda menos vieja periodista fujimorista sería tan interesante que deberían grabarla y enviarle una copia a Catalina Botero, la Relatora para la Libertad de Expresión de la OEA.
El año dos mil, cuando Martha Meier fue candidata en la lista de Fujimori y Montesinos, no solo expresó –en un reportaje de la revista ‘Gente’, el 29 de marzo del dos mil– , su fervorosa admiración por Fujimori sino su visión sobre la libertad de prensa.
“Sí, existe plena libertad de prensa, lo estamos viendo con todo lo que se dice. Existe libertad de prensa para los que tienen el control, que son los dueños, ellos manejan el mensaje. Creo que todos los sectores de esta contienda se ven representados totalmente”.Eso, durante la etapa más vil y agresiva de la ‘prensa chicha’, cuyo juicio, de paso, se lleva a cabo ahora, actualizando las revelaciones sobre cómo el gobierno de Fujimori canalizó fondos al SIN para que desde ahí se solventara el lumpenaje que operó esa prensa. Fujimori dice ahora que no sabía nada. Pero ya en junio de 1998, una delegación internacional (El Comité para la Protección de Periodistas, Reporteros sin Fronteras, el Freedom Forum) llegó a Lima para entrevistarse con Fujimori sobre los ataques de la prensa chicha. Entonces ya había salido a la luz por lo menos un fax de Bresani.
Fujimori le prometió a la delegación ‘investigar’ si su gobierno estaba involucrado, pero les afirmó que no se trataba de una “política de Estado”. Dos meses después, como denunció Joel Simon, del CPJ, en su reporte, los obedientes fiscales de entonces estudiaban acusar a César Hildebrandt por “traición” por haber transmitido por televisión una sesión cerrada del Congreso.
Eso era considerado una plena ‘libertad de prensa’ por Martha Meier. Así sorprenden menos los despidos que hizo El Comercio el 2011, y las renuncias de otros periodistas ese mismo año, por niveles de censura y presión que hubieran avergonzado hasta a la Izvestia de los años de Brezhnev.
Esos son hechos que, en efecto, sucedieron antes de la fusión con Epensa. Imaginen cómo va a ser ahora.
¿Prensa independiente, libertad de prensa? ¿Cómo debería terminar una conversación sobre el tema entre Martha Meier y Paredes Castro?
Con las palabras inmortales de Pogo: “Hemos encontrado al enemigo: somos nosotros”.
> Gustavo Gorriti / Las Palabras / Caretas
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